¡Hola de nuevo!
Es domingo por la noche en vísperas de que comience la semana de los exámenes, pero me ha pillado el toro y me queda aún una entrada para llegar a veinte. Aun a riesgo de que se me acuse de estar tirando demasiado de libros para rellenar este blog, voy a dedicar esta entrada a otra novela relacionada de algún modo con la educación. En este caso se trata de El silbador del viento, de William Nicholson, publicada en 2002. Este libro es el primero de una trilogía de fantasía juvenil, y nos presenta una ciudad, Amaranth, con una estructura social muy particular en la que la posición social, el tipo de trabajo ejercido e incluso la vestimenta dependen directamente de los resultados obtenidos por cada unidad familiar en las numerosas pruebas a las que sus miebros son constantemente sometidos. Con tan solo dos años los niños comienzan a ser examinados, puntuándose su dominio del habla, su habilidad para resolver puzzles... a partir de ese momento entran en un duro sistema educativo que fomenta la competición constante, pues solo se puede subir en la escala social a costa de que otros bajen. Cada fracaso en una prueba por cualquiera de los miembros de la familia conlleva una disminución en su puntuación en el ranking de familias de la ciudad, con el peligro de ser obligado a mudarse a un distrito menos favorable. Y es que la ciudad está organizada en distritos de colores, con las familias con mayor puntuación disfrutando de los lujos del distrito blanco (viviendas muy espaciosas y maravillosas instalaciones) y las de menor puntuación hacinadas en el distrito gris. La obligación de vestirse con ropa del color del distrito de pertenencia hace que la gente desprecie a las personas de colores "inferiores" y envidie a los que visten con colores "superiores". En cierto modo, es una forma de esclavizar a la gente, pues la constante necesidad de prepararse para las diferentes pruebas a las que son sometidos niños y adultos impide que se planteen lo injusto del sistema y se alcen para cambiarlo. Una novela amena y agradable de leer, con una historia original e interesante que francamente os recomiendo aunque se encuentre en la sección juvenil. ¡O tal vez queráis recomendársela a vuestros futuros alumnos!
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